Aportes y libre elección

Hace unos días conversaba y leía en foros, en twitter y en blogs de algunos conocidos un debate que surgía por la iniciativa de unos pocos de solicitar colaboraciones voluntarias o donaciones monetarias en sus páginas webs, con diferentes propósitos. Lo anterior, me ha motivado a escribir y la razón ha sido el cuestionamiento a si somos o no creadores todos o solo algunos escogidos. Este punto en particular se centró en la calidad de la obra creada, punto en el que estoy de acuerdo y donde, además, afirmo que es completamente subjetivo a los intereses de quien aprecia la obra creada. Pero creo que internet, medio que permite a los autores exponer y apreciar las obras creadas y también hacer y recibir donaciones, se le debe agregar otra característica que debe ser evaluada y considerada. Y creo que esta característica, por si sola aporta un elemento que comúnmente no se aprecia y menos se le da valor.

A continuación relato una pequeña caricaturización que me permitirá, a posteriori, ir seleccionando algunos elementos e ir desarrollándolos.

Un mundo aceitado

Supongamos que existe un lugar donde todos son profesionales en alguna cosa particular, solo una, y se dedican a ganarse la vida haciendo solo aquella cosa que la providencia ha permitido que sepan. Y también pensemos que cada persona cumple su función en un sistema donde nadie sobra y la vida anda como reloj.

Dado que son profesionales de una sola área, se les paga por ejercer solo en esa área, y el pago les llega periódicamente luego de cumplir con profesionalismo las tareas que se les asignan.

Pero en este tipo de sociedad que represento, ideal, donde están todas las actividades cubiertas y donde cada uno hace lo que debe, debo mencionar que carece de apremios para que las cosas sucedan. Los trabajos se ejecutan libremente ya que cada integrante confía en que los otros hacen su parte, y así sucede. La cosa funciona, y lo hace de maravillas. Además, si ejecutas otras actividades, por iniciativa propia, no hay un pago asociado, solo se considera que contribuyes desinteresadamente al grupo o a tus propios intereses.

Ahora pensemos que un día todas las personas que recolectan la basura desaparecen. Si, desaparecen.

Luego de un par de días de conmoción, nadie nunca había dejado de hacer lo que le correspondía, la basura se empieza a acumular en las calles, se empiezan a hacer cerros de porquería y mugre, y antes de que la situación se vuelva un problema sanitario de proporciones, toma otro rumbo.

La gente se da cuenta de que tiene que asumir una nueva actividad, adicional y no remunerada, y que implica un esfuerzo considerable que no estaba en los planes de los integrantes de esta sociedad tan bien aceitada. Así, cada uno, debe tomar su propia basura y llevarla a los vertederos correspondientes, y naturalmente ocupar su tiempo libre disponible.

Al cabo de unas semanas, la ciudad luce como siempre, limpia y funciona bien, pero han disminuido las actividades propias dedicadas al ocio. Ir al cine, jugar con los niños, leer o simplemente charlar es menos frecuente, algo que era más o menos obvio de prever.

Han pasado un par de meses, y la conversación típica en los círculos de amigos y conocidos, es el efecto en cada uno de haber asumido esta nueva tarea que no estaba contemplada.

Dentro de un grupo de viejos conocidos, hay un miembro en particular, que le ha dado vuelta a una idea por días, y está a punto de tomar una decisión. Se le ha ocurrido aprovechar su viaje y su vehículo para llevarse les desechos de sus amigos que viven cerca, ahorrándoles el esfuerzo y tiempo invertido. Lo hace, él razona, por la gran amistad que les profesa. En otro barrio, otro personaje ha pensado algo similar, llevarse los desechos de sus vecinos en su camioneta, con la única motivación de hacerlo porque sabe que de alguna manera contribuye con su comunidad de vecinos. Y así, al cabo de unos pocos días, surgen una serie de anónimos miembros de esta comunidad que terminan haciendo más de lo que les corresponde, y beneficiando gratuitamente al resto. Incluso algunos de estos miembros se organizan para utilizar camiones y organizar rutas y turnos para retirar la basura, tal como lo hacían en el pasado los recolectores desaparecidos.

Se vuelven a manifestar las actividades de esparcimiento, naturalmente, nuevamente hay tiempo para la lectura, ir a la biblioteca o hacer deporte, incluso se ve gente jugando juegos de mesa, y por ahí a algunos les alcanza el tiempo para hacer nuevas cosas. Y, lo más importante, hay más tiempo para compartir en familia y ayudar a los niños en su desarrollo.

En esta pequeña historia el aporte de estos nuevos recolectores es innegable. La sociedad toda recibe el beneficio estético y sanitario de tener sus calles despejadas y ordenadas, el comercio recupera su andanada tradicional de clientes y los movimientos culturales recuperan su dinamismo al retornar sus admiradores. La familia vuelve a tener tiempo para descansar y compartir como núcleo, y las personas disfrutan nuevamente de su tiempo para lo que les plazca.

Mientras sucede esto, más gente se suma a los turnos de recolección, y aparecen nuevos métodos para hacerlo más eficiente, de los comentarios de los nuevos miembros que se incorporan. Todos tienen volcada su creatividad en resolver este problema de la mejor forma posible, aportando experiencia o simplemente soltando ideas, que antes no se habrían atrevido a discutir. Todos se sienten parte del fenómeno y todos son importantes.

Hasta aquí esta pequeña caricatura, ahora veamos algunos puntos destacables.

Este dibujo tiene por objeto representar varios escenarios potenciales posibles, todos factibles si se abren distintas posibilidades para el análisis.

Pertenencia e inclusión

En la figura que he querido representar se aprecia claramente el esfuerzo de unos pocos, y luego de muchos, por el bien y restablecimiento del orden y aseo comunitario, en beneficio de la comunidad. Y, de la mano, el involucramiento social en la nueva actividad. Pero, ¿por qué se produce esta relación tan estrecha?. Debido a que la comunidad ha perdido un elemento esencial para su desarrollo saludable; en este caso, el servicio de aseo comunitario y, como consecuencia, el tiempo libre que todos desean recuperar.

Un cambio de perspectiva

La caricatura anterior parece extrema, pero ¿es realmente así? De lo que estamos claros, es que la comunidad toda se ha dado cuenta de la pérdida de un servicio fundamental, y por ende el cambio de comportamiento y la colaboración mutua han emergido. En nuestras sociedades estos extremos están presentes, pero, por diferentes motivos (sociales, culturales o coyunturales), no somos capaces de apreciarlos. Es como si estuviéramos cegados, nuestra estructura mental no percibe la pérdida y como consecuencia, dejamos de aportar valor en donde nos desarrollamos. Reaccionamos como meros autómatas programados, siempre con las mismas respuestas. Nunca viendo más allá de nuestra zona de confort.

Un ejemplo claro de lo que digo son los medios periodísticos tradicionales. Medios que nos entregan la información con un grado de análisis subjetivo, análisis sobre datos no empíricos, y que se centran en diversos aspectos de la vida y desarrollo social de nuestro entorno que normalmente no nos interesan.

Otro, más evidente, es la actividad política, concebida como la actividad que tiene por objeto defender y promover el bien y derechos comunes, se nos presenta polarizada, destinada no a defender el bien común sino a promover iniciativas y leyes que favorecen a unos pocos en desmedro de la gran mayoría.

Ahora, uno menos evidente y bastante cotidiano, son las ediciones de nuevos libros, que casi podríamos decir que obedecen solo a parámetros capitalistas, un negocio más que se debe explotar por sobre el bien común, con cero responsabilidad social. Y me pregunto, solo son importantes los bestsellers que elige un editor de un holding editorial internacional. ¿Qué ocurre con las miles de obras clásicas o las producciones en nuestra lengua que los lectores ya han valorado como imprescindibles y de la que no hay oferta? Y ¿qué ocurre con aquellos autores que no pertenecen a estos grandes grupos? Por favor, extrapolen esta mirada a la industria musical y audiovisual. Creo que las preguntas y cuestionamientos siguen siendo válidos.

En resumen, mi libertad de escoger, se ve forzada a decidir por opciones que a nuestro juicio no son válidas porque ya no existen o porque son las opciones que un grupo dirigido por intereses decide que es a lo que se puede acceder.

Una forma distinta

Pero qué sucede cuando aparecen medios periodísticos independientes, músicos, realizadores, creadores, editores que se escapan de lo establecido y, en la medida de mis intereses, veo que son un aire fresco, una nueva mirada que resuelve el vacío o necesidad no cubierta y veo que no logran, por las dificultades y paradigmas del entorno o del sistema alcanzar su público objetivo o sus metas. Creo que nace en nosotros un sentimiento parecido al representado en la imagen del principio, una necesidad de ser parte, de lograr que aquello sea una realidad, porque sabemos que nos beneficia, le hace bien al sistema, le hace bien a mi entorno, a mi sociedad. Crecen mis libertades, puedo escoger. En el fondo, eso es libertad, la posibilidad de poder valorar y elegir entre distintas alternativas, un aire fresco, al fin y al cabo, diversidad. Como ese personaje que en la caricatura comienza a hacer las cosas distinto por el bien del resto, aunque los otros tarden en darse cuenta o nunca se den cuenta.

Debido a varias razones, lo ejemplificado, es extrapolable a infinidad de situaciones, y la realidad es que si pensamos la cosa en serio, veremos que no hay muchos ámbitos donde nuestra capacidad de elegir se pueda hacer «tan» libremente. Y no lo digo necesariamente porque los medios o el entorno están «secuestrados», y es precisamente el segundo punto en que deseo enfocar el análisis.

Corregir la mirada desde adentro

En la primera parte una situación externa o una condición del entorno nos impide elegir, pero que sucede con nosotros mismos. ¿Qué sucede con nuestra capacidad de observar el lugar en que nos desarrollamos? ¿Nos damos cuenta de que hemos perdido la capacidad para elegir? Me refiero a que nuestro propio juicio se va sesgando con el tiempo, nos vamos encasillando, pasa el tiempo y nos volvemos más conservadores en nuestros gustos. Los hábitos nos dominan y nos «auto secuestramos».

Teniendo una capacidad casi infinita para crear; creo que solo nos limita el tiempo, por qué razón no ocupamos más medios de los habituales para hacer o apreciar las cosas que nos gustan. Personalmente, me preguntaba, hace cuánto tiempo no dibujaba o pintaba por iniciativa propia y por qué motivo no lo hacía, y la respuesta es que no lo sé. Tal vez estaba cómodo como estaba, sin darme cuenta, que aquella práctica me permite expandir mi campo visual, ver las cosas de otra forma, apreciar cosas que antes no apreciaba.

Es claro, que lo que digo en el párrafo anterior, se puede transferir a cualquier ámbito de las actividades que uno realiza. Así, quien no lee, o no baila, o no escribe, o no reflexiona, o no practica con la lógica cualquier ejercicio, ¿por qué no lo hace? Estoy seguro de que una manera interna de poder empezar a ver las cosas con otros ojos, es nuestro deseo interno de poder hacerlo diferente. El deseo de expandirse, de ver las cosas con nueva perspectiva.

Volviendo al comienzo

La capacidad de poder apreciar, más o menos ajustada, las alternativas que tengo en distintos ámbitos supone la capacidad inherente de saber si los elementos que se me ofrecen de manera gratuita o pagada merecen de mi involucramiento, de hacerme participe de alguna forma. Opinando, aportando ideas, colaborando, donando o comprando algún elemento o medio que el objetivo propuesto requiera. Objetivo que puede ser planteado por personas u organizaciones de cualquier tipo, del área privada o pública, para obtener bienes tangibles o intangibles orientados al individuo o a la comunidad.

En la historia que cuento al principio se ve representado el movimiento de colaboración conjunta. Si el trabajo se convirtiera en una labor pagada por la comunidad estaríamos hablando de financiamiento colectivo. Y si el objeto del esfuerzo se tradujera en producir un elemento a cambio de la aportación de muchos, estaríamos hablando de mecenazgo.

Cerrando el círculo y enfocándonos

Naturalmente todo lo expuesto es fruto de mi opinión subjetiva, entendiendo que estoy de acuerdo con todo tipo de iniciativas colaborativas. Incluso con aquellas en que el valor del producto lo define el consumidor al momento de adquirirlo.

Creo que cada quien es libre de pedir alguna forma de financiamiento si así lo estima, y creo también, que cada cual es libre de evaluar y elegir si el producto recibido vale nuestro apoyo.

De lo que si estoy claro es que aun somos muy ignorantes en lo referente a este tipo de actividades colaborativas de financiamiento o apoyo y es necesario que participemos activamente informando del tema. En suma, estaremos ampliando la oferta y expandiendo por ende nuestras opciones de elegir elementos que nos interesan. En el ámbito que nos convoca, son caminos viables para desarrollar más y mejores proyectos de juegos de mesa. De los que hay ya un muy buen número de proyectos exitosos como ejemplo.

¿Quedan muchas preguntas abiertas? Por supuesto. Y la idea de este post es abrir y ampliar aún más la sana discusión. Espero que el feedback sea positivo.

Dejo a continuación unos enlaces que me parecen muy buenos.

«En la Red. El blog personal de Ignacio Muñíz» Interesantísimas entradas relacionadas con cultura libre y conceptos asociados a crowdsourcing, crowdfunding y mecenazgo. Gracias a la iniciativa de Nacho he aprendido un montón de cosas y muy valiosas.

«Amy Cuddy. El lenguaje corporal moldea nuestra identidad» Un ejemplo de que no lo sabemos todo, y que conocernos y ampliar nuestro horizonte depende de nosotros mismos y de abrirnos a explorar nuevas cosas.

3 respuestas a “Aportes y libre elección

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  1. Brillante entrada del Ludotecario Emilio, mis felicitaciones. Personalmente disfruto mucho de los casos extremos para ilustrar situaciones, como la comunidad aceitada que aquí nos presentas; nuestra sociedad tan diversa y tan estratificada y nuestro propio estilo de vida muchas veces no nos permiten ver esa realidad oculta, hasta el punto que los «paros» de ciertos sectores sólo se convierten en molestias pasajeras que hay que tolerar y que «alguien debería solucionar». Seguramente es parte de la idiosincrasia que nos ha legado el carácter latino de nuestra, en general, ascendencia, según escuchaba en un podcast por ahí, en donde se desarrollaba este tema.

    Las micro-sociedades resultan muy buenas para ejemplificar. Recuerdo un comercial de El Mercurio en donde invitaban a imaginar al país, en su estado actual, pero representado únicamente por los 100 habitantes de una isla hipotética: habría 55 mujeres, 45 hombres, 70 serían de la U. de Chile, 20 de Católica y 10 de Colo-Colo (equipos de fútbol, por sí las dudas), tantos serían de derecha y tantos otros de izquierda, etc… Otro ejemplo extremo de micro sociedad que me es muy personal es la tripulación de un tanque, 4 hombres en donde cada cual realiza ciertas tareas muy específicas dentro de un ambiente también extremo que es el combate; el conductor maneja técnicamente el vehículo, el municionero carga el cañón principal con la munición adecuada para cada tipo de objetivo, el artillero apunta y dispara el arma principal y el comandante (que tiene el mejor campo visual) dirige tácticamente el tanque y selecciona los objetivos a destruir; cada cual desde su propio habitáculo independiente. Imaginen si uno de estos individuos muere o queda gravemente herido, los problemas se convierten en mayúsculos y generalmente las cosas acaban mal, sin embargo, aquellas tripulaciones que logran superar semejante desafío con éxito, luego son recompensadas con medallas.

    Bueno, el tema está puesto sobre la mesa.

    EDITO: Emilio, al final ¿qué pasó con los recolectores de basura desaparecidos? Es que en realidad quedé preocupado, jajaja.

    1. Tomás,

      gracias por tu comentario. Decir que me gusta un montón la literatura, y desde ahí he rescatado la idea de la ucronía, la que permite aislar elementos o realzar situaciones. Ejemplos hay muchos en la literatura hispana, y en la anglosajona también.

      Lo que sucede en España no me es indiferente, y me cuesta creer que pasen las cosas que pasan. Y creo que todo grano de arena que aporte es bienvenido.

      Los de los recolectores, bueno, es una situación que nos afectó a españoles y chilenos por igual. Lamentable, pero con resultado exitoso para ambos casos. Te dejo unos links…

      «La basura se toma Valparaíso y Madrid por huelga de recolectores»

      «Madrid. Recolectores de basura vuelven a trabajar tras 13 días de paro»

      «Recolectores terminan turnos éticos y hay 800 toneladas de basura en Valparaíso»

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